Querida mamá,
Hoy me siento inspirado a escribirte estas líneas, no solo como un ejercicio de reflexión, sino como una profunda expresión de gratitud y amor hacia ti. Desde que tengo memoria, has sido la luz que ha guiado mi camino, especialmente en los momentos más oscuros y desafiantes de mi vida. En este caso, me refiero a la lucha constante contra mi enfermedad crónica que ha estado presente desde mi infancia.
Recordando mis primeros años, puedo evocar las imágenes de tus abrazos reconfortantes en las noches de dolor y malestar. En aquellos días, cuando el miedo y la incertidumbre se apoderaban de mí, tu presencia era el bálsamo que aliviaba mis temores. No solo me brindaste amor incondicional, sino que también te convertiste en mi defensora más feroz, luchando contra el sistema médico para obtener el tratamiento adecuado y asegurarte de que nunca me sintiera solo en esta batalla.
El esfuerzo que realizaste para cuidar de mí es indescriptible. Recuerdo cómo te despertabas a medianoche para administrarme mis medicamentos o cómo organizabas tus días para acompañarme a las citas médicas. Tu dedicación y sacrificio no pasaron desapercibidos; cada gesto tuyo fue un testimonio del amor profundo que sientes por mí. Aprendí de ti lo que significa la resiliencia y la fuerza ante las adversidades. Eres un modelo a seguir, y tu amor ha sido el pilar sobre el cual he construido mi vida.
A lo largo de los años, he visto cómo has enfrentado tus propios desafíos mientras cuidabas de mí. La manera en que equilibraste tus responsabilidades laborales con las exigencias de cuidar a un niño enfermo es algo digno de admiración. A menudo me pregunto cómo lograste encontrar esa fuerza dentro de ti misma para seguir adelante. Tu capacidad para mantener la esperanza viva ha sido una lección invaluable en mi vida.
Hoy, mientras continúo lidiando con los efectos de mi enfermedad crónica, quiero que sepas que tu amor y cuidado han sido fundamentales en mi proceso de aceptación. Gracias a ti, he aprendido a enfrentar mis limitaciones con valentía y dignidad. No solo has cuidado de mi salud física, sino también de mi bienestar emocional y mental. Has estado allí para escucharme cuando necesitaba desahogarme y para ofrecerme palabras de aliento cuando todo parecía sombrío.
Tu amor ha sido un faro en momentos de desesperanza; has transformado mis lágrimas en sonrisas y mis dudas en confianza. A través de cada desafío, me has enseñado la importancia del autocuidado y la perseverancia. Me has mostrado que aunque la vida puede ser dura, siempre hay espacio para encontrar alegría incluso en las circunstancias más difíciles.
Por todo esto y más, quiero agradecerte desde lo más profundo de mi corazón. Te admiro no solo como madre sino como mujer fuerte e inspiradora. Eres una guerrera que ha luchado no solo por mí sino por tantas personas alrededor tuyo. Espero poder retribuirte todo lo que me has dado algún día; aunque las palabras nunca serán suficientes para expresar lo agradecido que estoy por tenerte en mi vida.
Te amo con todo mi ser y siempre estaré agradecido por tu apoyo incondicional. Eres el corazón de nuestra familia y la razón por la cual sigo luchando cada día por ser mejor.
Con todo mi amor,
Tu hijo
No hay comentarios:
Publicar un comentario