lunes, diciembre 01, 2025

HOMBRE GRIS

 Luis llevaba cuatro años y siete meses con Radio Sin Fronteras, y a veces le parecía una condena, aunque no lo era. No era como sus otros proyectos —juntar letras en sus dos blogs, enviar muestras a agencias de publicidad que acababan cogiendo polvo o en la basura—. Esos eran intentos fallidos, ecos de un tipo, con rarezas que a veces ni él mismo soportaba. Ahora estaba en su cueva, su apartamento de cortinas cerradas, con su micrófono como única bandera. El mundo exterior lo agobiaba demasiado: amigos que se van, desengaños profesionales de proyectos incumplidos, promesas que se deshacían como humo. Fuera de la radio, o de escribir para cuatro belgas despistados que aún leían sus blogs, se sentía un perdedor.


El año 2024 se le había pasado más rápido que el anterior, aquel 2023, donde se dedicó a coleccionar diplomas como si los certificados pudieran tapar los agujeros. Pensó en un directivo escolar que en 1989, cuando Luis tenía catorce años, le soltó: "Nunca llegarás a nada en la vida". Quizás ese hombre, con su voz de juez implacable, tenía la culpa de que Luis hubiera leído 800 libros de la biblioteca que reunió en casa de sus padres. Quizás esa misma negativa lo llevó a dar tumbos desde los veinte años y, finalmente, a montarse su propia radio. Había pecado de confiado, de quererse poco y mal como persona, y ahora pagaba un precio demasiado alto por ello.


Se dio cuenta de que apenas conservaba nada material anterior a sus cursos de radio más recientes en 2012. Fotos, cartas, trastos de juventud: todo se había perdido en mudanzas, en decisiones torpes, en ilusiones que se deshacían. ¿Cómo había sido tan iluso de pensar que Javi, su amigo, siempre estaría ahí para trabajar juntos como cuando tenían veinte años? Habían sido un dúo inseparable desde finales de los 90, compartiendo micrófonos y sueños en una emisora local. Pero Luis había pecado de confiado otra vez, viviendo demasiado tiempo a la sombra de Javi, creyendo que esa alianza duraría para siempre. Se vieron por última vez en 2016, un encuentro frío en una cafetería, y Luis supo que no lo volvería a ver nunca más.


Lo suyo era empezar a pensar en volar solo. De hecho, estuvo con Javi hasta 2023, aunque los últimos tres años ya había preparado su vuelo en solitario, cansado de promesas y bolsillos vacíos. En agosto de 2020 empezó a idear su plan, aunque no tomaría forma hasta diciembre, tras un mes de ajustes y pruebas. Cada vez acercarse a Javi era más difícil; no tenían la misma comunicación, y vivir en ciudades distintas no ayudaba. Javi se casó, encontró su lugar en una imprenta, dejó su radio en el olvido. Luis, en cambio, seguía en su cueva, con tres anunciantes —coches, seguros, comida rápida— y una salud que se desmoronaba. La radio cumplía cuatro años y siete meses, y él, cincuenta, pero sentía que el tiempo lo había aplastado.


Esa noche, programó una canción que no le gustaba, un tema electrónico que le habían enviado. "Esto es Radio Sin Fronteras, donde seguimos", dijo al micrófono, con la voz gastada. Un mensaje llegó: "Gracias por no rendirte", desde Lisboa. No era mucho, pero era algo. Miró las paredes, las notas que ya no le hablaban, y pensó en esos 800 libros, en Javi, en el directivo de 1989. Había volado solo, sí, pero a veces se preguntaba si el precio de no haberse querido lo dejaba más cerca del suelo que del cielo.


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