viernes, abril 04, 2025

HOBRE GRIS TODO CAMBIA

 


1. La canción que lo cambia todo
Luis no podía parar de escribir. Las cinco canciones del sobre y la rosa blanca habían sido un éxito, pero algo en él pedía más, algo solo para Clara. Una noche, con el transmisor digital zumbando como un latido constante, tomó su libreta y dejó que las palabras fluyeran. La llamó "Clara en el Viento", una balada sobre una voz que guía barcos perdidos, que enciende luces en la niebla. No era solo un agradecimiento; era una confesión disfrazada, un pedazo de su alma que no se atrevía a decir en voz alta. "Tú que pintas el aire de colores, / tú que callas tormentas con rumores", escribió, imaginándola en el estudio, con su guitarra y su chispa.


La metió en un sobre sencillo, sin rosa esta vez, solo con una nota: "Para ti, sola. Cántala cuando quieras. L., de la barca". La envió al estudio, con el corazón en la garganta. No sabía que esas palabras iban a despertar algo en Clara que ni ella misma esperaba.


2. El amor que no dice su nombre
Clara abrió el sobre el martes por la mañana, entre el caos de discos y cables. Al leer "Clara en el Viento", sintió un calor que le subió por el pecho. La letra era diferente, más íntima, como si Luis hubiera visto dentro de ella. Se sentó con la guitarra y la cantó en voz baja, probando acordes que abrazaran cada verso. Cuando terminó, tenía lágrimas en los ojos. No era solo la canción; era él. Cuatro años y siete meses de correos anónimos, rosas y letras, y ahora esto. Se enamoró como nunca, de golpe, de un hombre que apenas había visto una vez en el festival.


Pero se lo calló. Sabía que Luis la descubriría pronto —sus silencios, sus miradas, sus mensajes— si dejaba que el sentimiento hablara. No quería asustarlo, no cuando la radio era su mundo y él parecía tan frágil bajo su fachada de control. Guardó la canción en un cajón, junto a la rosa blanca y la seca, y decidió esperar. "La cantaré cuando sea el momento", pensó, aunque cada vez que la tarareaba, su corazón latía más fuerte.


3. El miedo al éxito
Luis, en su cueva, seguía preocupado. Radio Sin Fronteras crecía demasiado rápido. Los 2,500 oyentes habituales ahora eran 3,000, y el hashtag #RosaDelAire seguía vivo en redes. El transmisor digital aguantaba, pero él no quería morir de éxito. "Si vamos despacio, puedo manejar esto", murmuraba, revisando discos con manos nerviosas. Le gustaba controlar la programación, elegir qué sonaba y qué no, mantener la esencia de la emisora. Pero el mundo no iba despacio, y eso lo asustaba.


Peor aún, empezaron a llegar propuestas dudosas. Un tipo de Madrid, con voz melosa y promesas de "hacerlos grandes", le escribió ofreciendo invertir en la emisora a cambio de "cierta influencia". Luis olió la trampa de inmediato: quería meter anuncios baratos y artistas prefabricados. "No, gracias", respondió seco, bloqueándolo. Luego vino una mujer de Sevilla, supuesta manager, que pidió un espacio fijo para su cliente a cambio de una suma ridícula. Luis la rechazó también, pero no se tranquilizó. "¿Y si alguien engaña a Clara?", pensó. Ella era el alma de la emisora, pero también era confiada, y eso lo ponía en alerta.


4. El temor a perderla
Más que las intenciones turbias, lo que realmente lo atormentaba era Clara. Le había dado "Clara en el Viento" como un regalo, pero ahora temía que ella se cansara de él. Cuatro años y siete meses solo, y ella era lo único que no se hundía en su barca. ¿Y si el éxito la alejaba? ¿Y si encontraba a alguien más joven, más valiente, alguien que no se escondiera en una cueva? El mensaje de ella tras el sobre de la rosa blanca —"¿Cuándo vienes al estudio?"— seguía sin respuesta completa. "Pronto", había dicho, pero no estaba seguro.


Esa noche, puso al aire una grabación vieja del guitarrista de Almería, solo para llenar el silencio. "Esto es Radio Sin Fronteras, donde todo tiene su sitio", dijo, con la voz más gastada que nunca. El chat respondió con cariño, pero él apenas lo miró. Pensaba en Clara, en su risa que no había oído en persona desde el festival, en la canción que le había enviado. ¿La habría cantado ya? ¿Le habría gustado?


5. El silencio que espera
Clara, en el estudio, cerró la emisión del miércoles con una de las canciones del sobre anterior, la flamenca de los hermanos de Jaén. No mencionó "Clara en el Viento", aunque la llevaba en la cabeza como un secreto. Le escribió a Luis: "Todo sigue creciendo. Los oyentes te quieren. ¿Estás bien? C.". Él respondió tarde, pasada la medianoche: "Sí, pero prefiero ir despacio. No quiero perder el control. L.".


Ella leyó entre líneas su miedo, pero no dijo nada de lo que sentía. La canción seguía en el cajón, esperando su momento. Luis seguía en su cueva, vigilando la barca, mientras sombras dudosas rondaban y su corazón temblaba por ella. Pronto, pensó Clara, él lo sabría. Pronto, pensó Luis, tendría que enfrentarlo todo.

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